A contratiempo

A contratiempo

Así soy.  Bailo sola en ascensores que bajan, toco cuerdas partidas en noches estrelladas y cierro los ojos si siento el viento en la cara.

Imagino siempre presentes mejores y viajo a futuros que aún no existen.

Reviento  y reinvento el tiempo por lo que quiero; y más si te quiero.

Me desespero con poco… vivo a contratiempo.

No tengo mucho en esta vida, y así siento que llego a un lugar más libre.

Pero más que tener, consiste en que soy, estoy y pertenezco.

 

Soy lugares, soy miradas, soy golpes, decepciones y frustración. Soy gestos, caricias, palabras, abrazos y personas.

No soy normal, aunque me mueva entre montones.

No soy de nadie y soy de todos. Como un paisaje bonito, un atardecer, o la pizza que sobra para el desayuno.

Lo soy todo sin ser realmente nada.

Busco la tranquilidad desde una vida que es un remolino.

Viajo lejos para aprender que el tesoro está dentro. Que casi nunca la clave es dónde, sino con quién. Y a veces, también conmigo.

 

No llevo bien lo pasajero, y aunque lo he intentado, no va conmigo. Creo que es algo de fábrica. Me frustra lo fugaz, porque me sabe a poco…  ahí hay poca implicación, y la implicación lo es todo. Puede ser bonito, pero lo es más quedarse.

Desconfío de lo fácil, pero creo seriamente en lo sencillo.

He creído que no tenía sueños hasta que pensé por qué cosas me moriría de ganas.

Me gusta volver a empezar, y volver a intentarlo. Creo en las segundas oportunidades, porque  yo misma necesité más de una. Y gracias a eso crecí y soy un poco mejor de lo que era.

Creo realistamente que puede ser posible. Creo en ese 0.1%, el cual tiene mucha parte de ilusión, pero sin duda se fundamenta en una posibilidad tan pequeña como real.

El resto es constancia, de la cuál carezco. Pero siempre queda el buen humor.

Para muchos pierdo más de lo que gano, pero es que aquí ganar no es obtener. Ganar es amarlo incluso cuando duele perderlo.

Yo he perdido trenes que quería, y he esperado más de lo que sabía.

He montado en vagones equivocados y he llegado  a lugares que no conocía. Gracias a eso soy más rica y menos tonta por creer que siempre tenemos que tener lo que nos apetece.

He visto mi alma vaciarse y he llorado por sentirme perdida en muchas noches sin estrellas.

He hecho temblar ciudades con mi rabia,  y al instante de tenerte en frente, he sido un globo al deshincharse. Me derrumba lo humano. Mi debilidad es la profundidad. Los ojos y hacia dónde miran. Sin dobles caras, sin dobles intenciones. La verdad. Lo sincero.

 

La vida es más que hoy. Sé que sola puedo llegar lejos, pero siempre en círculos.

Y lo normal  de esto es sentirse atrapado, enredado por tus propias decisiones…en un bucle de conformidad y agua turbia.

Sin duda la opción más atractiva suele ser la más fácil. Pero  ahí siempre va a faltar algo.

Creo que tenemos un instinto que nos hace sentir incomodos ante las situaciones que no nos van a hacer felices. Y es esa misma corazonada, la que te da un pequeño respiro de paz, de tranquilidad, en esos otros momentos que sí sintonizan con algo más profundo, más… sencillo.  Sin entresijos, sin cosas raras. Solo naturalidad y querer estar ahí en ese instante.  Es bueno seguir ese instinto.

 

En todo esto, entiendo que todos vivimos como podemos y como sabemos. Y que las cosas vienen como vienen y como las buscamos, pero sea como fuere, se vuelven complicadas.

Entiendo que fallamos, porque seguimos aprendiendo.

Entiendo que pocos me busquen, porque aún ni yo me he encontrado.

Ahora intento menos ser perfecta… y más ser yo.

La verdad es que eso relaja bastante, baja una marcha.

Estoy en camino. Quizás no en la mejor etapa, pero sí en la mejor dirección. En la dirección que elijo. En la dirección que quiero.

La claridad a veces viene en un camino entrecortado. Y a contratiempo.

 

 

Á. M. 

 

 

 

 

Deja un comentario