Aprendiendo de nuevo a andar

Aprendiendo de nuevo a andar

Puede que haya dicho alguna vez ya, que escribir para mí es como una especie de terapia. Esta palabra me hace mucha gracia porque hace que recuerde uno de los grupos de chavales con el que he trabajado, que de broma y risas, llamaban terapia a los grupos de reflexión que tenemos. La verdad es que gracias a ellos, esta palabra, que puede a veces ser tan dura, ha empezado a ser muy divertida.

Y el caso es que últimamente he tenido que comenzar una nueva terapia. La rotura de mi ligamento cruzado anterior en un partido de futbol, me hizo tener que frenar en seco en medio de una rutina que empezaba a ser frenética: trabajo, actividades, decisiones, cambios importantes…

Sin esperarlo, la vida a veces, sorprende, lo quieras o no, con circunstancias a las que no te queda otra que enfrentarte. Y yo, como procuro aprovechar todos los momentos que se me cruzan, para sacar algo provechoso de ellos… supe que mi cuerpo, mi mente y mi corazón, volvían a necesitar pausa, escucha, análisis y una dirección, que aunque siempre he intuido, últimamente, me estaba costando seguir.

No sabía que una operación dolía tanto. Y yo, que soy quejica de por sí, en estos momentos soy un reto de santificación para todo el que se cruza conmigo. Durante este primer periodo, me re-encontré de nuevo con mi familia, la cual siempre me demuestra que está conmigo incondicionalmente, y más en los momentos complicados; e hicieron mi burbuja de incertidumbre y dolor, un hogar cómodo, tranquilo y lleno de mucho ánimo y amor.

Tras esa primera etapa de “encierro”, y varias visitas al traumatólogo, solo Dios sabe lo mucho que me costó dar el paso (nunca mejor dicho) de empezar con la rehabilitación.

Creo que nunca olvidaré el primer día que me vio el rehabilitador. Entré en esa sala contenta por los pequeños avances que había hecho “yo sola”, e ilusa de mí, mi cara fue cambiando cuando me dijo que no era capaz de hacer ni lo mínimo para empezar la rehabilitación y que no estaba en un buen punto. Entré orgullosa… y salí casi llorando, sintiendo frustración y que no había sido capaz de nada.

Justo después entré en una sala, en ese momento aún extraña para mi, a que me dieran cita para comenzar… Yo solo quería huir de allí. Me sentía incómoda, insegura, triste y asustada. Y diréis, ya ves tu… si es solo una pierna. Sin embargo, en la vida, allá donde vayamos, todos llevamos una mochila llena de cosas rotas o recién reparadas. Y en mi caso, la rodilla, solo era un elemento más que se sumaba a mi pesada mochila.

Con esto quiero decir, que la parte más importante de tratar a las personas, independientemente de cuál sea tu trabajo, es cómo las haces sentir.

Y aquí entra el agente clave en todo esto.

En esa sala, me rodearon varias personas para intentar regular mis muletas. Y, entre todas esas caras distantes con mascarilla, tengo grabada la mirada de alguien que encontré (o que quizás me encontró… algo perdida). Sin querer y, probablemente sin saberlo, me trasmitió que todo iba a estar bien.

Era una mirada bondadosa, tranquila y compasiva, que no sé si se dio cuenta de que estaba triste, pero que sin duda, me hizo sentir mejor.

Aún así, había sido tan mala la experiencia en global, que estaba prácticamente convencida de irme a hacer la rehabilitación a otro sitio. Lógicamente eran mis miedos e inseguridades las que hablaban. Pasé una tarde horrible, y le dije a mi familia y mis amigos que no quería volver. Sé que soy una persona demasiado sensible y a veces me cuesta gestionar que alguien no sea amable conmigo. Aún así, comenzaba las sesiones el día siguiente y no me quedaba otra que ir. Así que de morros, pero allí me planté.

Volví a esa sala, sin casi mirar a nadie, me tumbé en la camilla y me puse la lámpara de calor. Al rato, se me aceraron esos ojos del día anterior… Esa persona con un traje-bata, se sentó a mi lado, cerró el puño, lo metió debajo de mi rodilla “estirada” y me dijo “Aquí hay trabajo que hacer”. Y me lo dijo con una sonrisa.

Iba tan a la defensiva, que pensé que también me regañaría. Sin embargo, me dijo lo mismo que ya sabía, pero me hizo sentir completamente segura.

Esa persona que me miró el primer día con tacto, resultó después ser mi fisio y también una gran escritora oculta en sus tiempos libres (shhh).

Le debo en gran parte todos mis ánimos, motivación y mis buenos resultados. Me ha acompañado, me ha hecho confundir el dolor con la risa, me ha ayudado a ver que mi cicatriz es guay, me ha distraído con mil preguntas y mil historias… Me ha hecho entender que, ser buen profesional, además de hacer bien el trabajo técnico, es tratar con cariño a todo aquel que aparece por la puerta… ¡Me ha hecho darme cuenta de que la elección de los calcetines es muy importante para cambiar tu día!

Y sobre todo, me ha dejado una gran enseñanza: Y es que con ayuda, puedes mucho más.

Probablemente me quede escasa intentando reflejar la importancia que tiene encontrar en el camino personas que te hagan sentir que eres capaz. Porque aunque en el fondo sí lo seas, si los ojos no lo pueden ver y el corazón no lo puede sentir, quizás nunca llegues a conseguirlo.

Si alguna vez dudas… de si un gesto tuyo, una sonrisa, una voz cálida, o si un poco de tiempo o de interés, vale de algo… no lo dejes pasar; Recuerda esta historia y piensa en el punto tan clave que fue para mí una simple mirada y una sonrisa en un día duro.

 En nuestra rutina, estamos construyendo y destruyendo constantemente cosas sin darnos cuenta. Cosas que están en lo más intimo de las personas. Quizás nunca nadie lo sepa. Pero ahí quedará. Sumará o restará. Yo le doy las gracias a esos ojos por sumarme y por hacerme mejor.

Día tras día, todos los días, la sala llena de máquinas prehistóricas y de gente lisiada como yo, ha comenzado a ser mi lugar de terapia. En todos los sentidos.

Esta experiencia curando mi pierna, me está haciendo también curarme entera. Me está enseñando que el proceso duele y que esto es inevitable porque forma parte de la vida. Lo único que podemos procurar, como dice mi padre, es controlarlo, para que el dolor no se dispare. Por lo demás una curación es inestable y una montaña rusa de emociones y perspectivas. Sin embargo he aprendido que no hay que obcecarse con el “por qué ha pasado”. Sino centrarse en qué puedo sacar de esto, en que seré capaz de afrontarlo… y que «es normal que duela, te han operado, lo raro sería que no doliera»

Le dije por primera vez esta frase a alguien que me ha estado cuidando mucho en este tiempo: “Estoy aprendiendo de nuevo a andar”

A lo que me respondió: “Qué bonito”

Yo me quedé un momento pensando… y dije… Pues sí… Qué bonito. 

Este mensaje contiene mucha belleza porque, en la vida, a veces, le toca a uno volver a aprender cosas tan sencillas como las que hacemos de pequeños, de bebés. Y esa lección está llena de sabiduría.

Seguidamente me preguntó: Y ¿Quién está contigo para cuando te caigas?

Automáticamente la respuesta a esta cuestión, pasó a completar de sentido la frase anterior. Y juntas, se convierten en una de las claves más importantes de la vida: Aprender de nuevo a caminar y saber quién estará a tu lado cuando caigas.

A partir de entonces, cuando la gente me pregunta, qué tal, les digo orgullosa… ¡Bien! Estoy aprendiendo a andar de nuevo.  (Lo que no saben… es que es en todos los aspectos).

Puede que tuviera más sentido escribir esto cuando ya lo hubiera conseguido. Este proceso de curación sigue estando lleno de angustia, de incertidumbre, de tristeza, a veces de decepción… En definitiva de días y de cosas que pasan todos los días. 

Supongo que cuando estás mal, nunca te sientes del todo preparado para empezar a andar solo. Se necesita a alguien que sepa que sí lo estás y que te ayude, hasta poder soltarte poco a poco la mano. Pero sabiendo que estará ahí por si te caes. Alguien que crea en tu autonomía y que haga posible tu libertad. 

Creo que llegado ese momento, hay una parte por dentro, que no quiere estar lista. Y que esto sucede por miedo.

La mochila pesa… y pesa más cuando hay partes de tu cuerpo que están débiles. Pero aún cuando me invade este sentimiento tan fuerte que no me deja respirar… hay un lugar en mi mente, lleno de paz, de calma, serenidad y mucha fortaleza. Un lugar que me inspira a tener una vida mejor y a aceptar lo que tenga que pasar, con el propósito de convertirlo en algo bello. Un lugar impulsado por personas y vientos que me acompañan en ese viaje. Y que todo junto hace que la globalidad recobre su sentido.

Mi terapia personal y física, me dicen que, aunque no haya conseguido aún mi objetivo, ya he ganado mucho más de lo que tenía… y que el sufrimiento está siendo solo una parte más de ello, pero que se irá colocando en su lugar. Que la cicatriz siempre estará ahí, pero cada día dolerá menos, hasta que se convierta solo en un recuerdo. Un recuerdo que ya sonrío por tener.

Solo puedo decir para terminar, esa frase que tantas veces ha resonado en todos los Caminos de Santiago que llevo a las espaldas… y en los que me quedan.

“El camino es la meta”.

Un lugar feliz

Un lugar feliz

En la vida hay muchas cosas por las que dar gracias, pero si miramos desde la profundidad, se puede observar la gran importancia de las personas especiales. De algún modo, siento que yo recibí de mi abuela el tesoro más valioso de mi vida… la fe.

Hoy hace un año que se fue y es inevitable sentir a veces, que algo dentro de mí se ha ido apagando desde entonces. Las separaciones son dolorosas… intentas conservar lo vivido, valorando todo lo que ha florecido en el camino. Y aunque la mayor parte de días son buenos, aunque la tristeza se va transformando en paz, de repente algunos días te invade un recuerdo que hace mirar al vacío y sin expresarlo, vuelve… un dolor que rompe el corazón.

Qué curioso es el amor. Es lo único capaz de llenar nuestra vida y hacernos felices, pero a cambio de una entrega que lo exige todo. Requiere en ocasiones partirse por las personas que quieres… sin embargo a su vez con el bonito don de llenar el vacío más profundo con algo mucho más grande de lo que uno puede explicar.

Mi claridad está en que mirando atrás y sabiendo que iba a doler, sin duda la volvería a haber amado.

No tengo palabras para agradecer lo que mi abuela me dejó. Hoy se subestima la espiritualidad porque se cree que ya no aporta mucho en nuestro mundo. Sin embargo, define totalmente la manera que tenemos de buscar en la vida, la forma en la que miramos al cielo, al Universo y a lo que tenemos al lado. Sin fe, sin esperanza, sin sentido y sin profundidad, por muchas cosas que encontremos, todo acaba estando vacío. Nada merece realmente la pena y por mucho que tengamos, nunca será suficiente.
Sin ese valor, yo no sería quien soy.

Cuando las personas que te quieren, dejan en tus manos algo tan valioso, existe la tentación de creer que eso muere en ti cuando ellas se van. Pero si pudiéramos observar con claridad el sentido de las cosas que nos encontramos y cómo el amor entrelaza la vida, veríamos y sentiríamos de otra manera.

Ese tesoro que ella me dio, aporta la capacidad de percibir belleza, paz y confianza en las noches más oscuras. Cuando las personas se van, lo que han construido permanece.

Aún cierro los ojos y puedo imaginarla en su querido Tetuán… paseando por la calle que llevaba a su casa junto al amor de su vida, con su nevera repleta de comida en la playa, siempre ahí cuando papá volteaba la vista. Siempre ahí. Con paciencia, con silencio, con firmeza, con todo lo que tenía. Ahí ella empezó a construir una vida tan generosa, tan entregada, tan fiel… Allí siempre decía que es donde realmente fue feliz.

Esa ciudad es una representación del lugar al que siempre querríamos volver si miramos atrás. Ojalá cada uno de nosotros encontremos nuestro pequeño Tetuán.

Te querré siempre y en cada signo de belleza que vea, me acordaré de ti.

La vida es una fiesta

La vida es una fiesta

Nací el 21 de Septiembre de 1995, de ese día, no recuerdo nada, pero sin él no podría haber experimentado todo lo que ahora sí recuerdo.

En mi casa los cumpleaños siempre han sido una gran fiesta, desde pequeña quizás mi mente aun no descifraba el por qué , sin embargo ya mi corazón sí entendía esa ilusión de ver a mi familia reunirse, cantar, besarme, sonreír, y tratar de regalarme siempre lo que creían que me haría más feliz. Y es irónico porque a través de eso, descubro hoy el mayor regalo, y mi fiesta más abundante.

Cualquier cosa en esta vida, está vacía sin amor.

Creo que es el primer año que algo en mi se ha coordinado para interiorizar que llevo siendo afortunada cada día de mis 25 años. Incluyendo los más difíciles.

Esta situación que estamos viviendo me despierta miedos, pero también me despierta prioridades, y pone el amor por delante. Deseaba que al despertar todo siguiera como siempre… ¿qué simple no?. Pero aún con incertidumbre, mis padres estaban aquí para abrazarme, y por dentro no sabía donde meterme de tanta emoción. Mis hermanos me sacaron esa media sonrisa con sus felicitaciones y en el fondo me hacían sentirles más cerca; escuchar la voz de mis abuelas , de mi familia; el calor de los amigos en especial, los de siempre… y sentir en las profundidades de mí a los ya no están en esta vida y tanto echo de menos.

Esta vida con vosotros me tiene tan enamorada, y me hace sentir tan feliz, que me siento triste de que acabe.

“Siempre hay algo de tristeza en mis momentos más felices, al igual que siempre hay un poco de alegría en mis peores días. » ( Mario Benedetti)

La vida es una fiesta que se presenta cada nuevo día. Cuando deambulamos por la superficie, todo nos parece insuficiente, nos quemamos con facilidad, la rutina es una losa y damos por hecho las cosas, a las personas, damos por supuesto estar aquí.

Sin embargo cuando entramos en las profundidades del amor, todo es un regalo, hay suficiencia en lo pequeño, porque uno lo ve grande, seguridad en lo diario, consuelo en lo cercano y agradecimiento en cada circunstancia.

Gracias a ti que estás leyendo esto por pararte a acompañarme. Y a todas las personas que han encontrado un momento para escribirme, y han rebuscado en su corazón unas palabras, por sencillas que fueran. Para mi significa mucho.

En especial quiero hacer mención a dos personas:

Ezcaray

Gracias mamá por tanta generosidad, por ser mi mayor ejemplo, mi ancla y mi esperanza. El dar la vida. La creencia de que todo irá bien, la constancia y la entrega incondicional. La viva imagen de que el ser humano es bueno y ejemplar. Mi lugar seguro sigue siendo acurrucada en tu cama, sin importar lo mayor que ya sea. Te quiero más de lo que se pueda explicar.

Portaventura

Gracias papá por tanta sensibilidad y por SIEMPRE darme todo el cariño que te cabe. Si pienso en tí solo me queda eso; un padre esperando constantemente a darme amor , alerta de cualquier mínimo gesto por mi parte, convirtiéndote en mendigo de mí. No se cómo expresar la grandeza de esa humillación, lo que me enseña de ti, pero sobre todo de mi… Me encantaría a partir de ahora mostrarte todo lo que yo he ido acumulando estos años en silencio, y no guardarme ya ningún te quiero. Estar tranquila en tu abrazo. Jamás te cambiaría.

Si hay algún creyente en la sala, podrán haber percibido similitudes… porque mis padres, aun sin fe cristiana, reflejan el rostro de Dios.

Celebro la vida, porque todos los que os cruzáis conmigo sois mi regalo.

Nací el 21 de Septiembre de 1995, probablemente soy una más para la historia, pero yo celebro seguir aquí, llena de agradecimiento.

Ojalá sepa devolver al mundo tanto amor que estoy recibiendo.

Siempre

Siempre

Siempre es un concepto ya anticuado. Es difícil que algo permanezca en uno, desde que nace hasta que muere. «Siempre», es algo en lo que a veces yo también he perdido la fe. Pero hay razones por las que siempre merece la pena.

Hay algo en nuestra vida que necesita responder a una llamada ¿Por qué hay cosas que te gustan muchísimo más que otras? ¿Por qué desde niño existe algo que te encanta, o que se te da especialmente bien: una afición más que otra, un deporte en particular, o sueñas con algunas profesiones y sin embargo otras ni te llaman la atención…? ¿Por qué hay cosas que mueven tu corazón?

A esa llamada solo se puede responder desde la auténtica alegría y vocación por aquello a lo que se es llamado. Mi padre me dijo, que no todo el mundo encuentra su vocación.

Es un poco desolador… a medida que crecemos, corremos el riesgo de dejar que el mundo nos aplatane, nos insensibilice y nos deje actuando como robots que ni sienten ni padecen.

Cuántos momentos te hacían ilusión antes, y sin embargo ahora: ¿Por qué cuesta tanto encontrar algo que te emocione de verdad?

Últimamente vengo echando de menos algunas cosas que se me han perdido. Lo peor es que no son cosas mías, sino nuestras. No se si soy yo que no las encuentro, o es mi generación las que hemos  empezado a enterrar, dejando encima ese ejemplo a las siguientes.

 Lo primero es la ilusión y la pasión.

NO ES NATURAL QUE UN JÓVEN NO VIVA APASIONADO.

Echo en falta el vibrar por las cosas que nos gustan, el saltar de la alegría. Deberíamos tener tantas ganas de arreglar este mundo, tener sangre y reaccionar ante las injusticias. Tendríamos que derrochar energía por vivir y gastar fuerzas ahora que las tenemos.

Nuestros ojos tienen que brillar al imaginar aquello que anhelamos. Y eso que dejé cada vez más de hablar de sueños y de esas cosas que pasaron a parecerme “ñoñas”…  en parte debido a la sobre-dulcificación que hay de absolutamente todo. Si bien no soy partidaria de edulcorar la realidad, no sabía que también había dejado de ser partidaria de CREER y apostar por algo con todo lo que tengo.

Tenemos que despertar para recuperar nuestro sueño. Pero no porque nadie nos presione para ello, ni porque es nuestra obligación, si no porque una gran parte de este mundo mecánico, nos está arrebatando ese derecho.

La ilusión es el sentimiento de alegría y satisfacción que produce la realización o la esperanza de algo que se desea intensamente.

La pasión es el sentimiento de amor,  entusiasmo o vehemencia grandes en algo que se hace o se defiende.

La ilusión es la alegría de lo que es o lo que se espera y la pasión, es amarlo y querer desvivirse por ello.

 Esto es esencial en la vida. Porque es el motor de aquello que hago. Y si el motor falla, no hay movimiento. Volver a creer que es posible, volver a tener fe, no por ser ingenuos, sino por el simple hecho de vivir arraigado al principio básico de por qué estás vivo.

Ayer vi el corto animado: Dear Basketball,  en el  cual Kobe Bryant, del cual a penas conocía gran cosa a parte de su carrera profesional, deja un mensaje donde plasma la pasión por un deporte donde ha dejado el alma, y al que le ha dado la vida.

Por eso lo segundo es la entrega y sacrificio : El dar la vida entera

“AMA ESTE JUEGO, TIENES QUE AMARLO CON TODO DE TI”

Kobe Bryant

Cuando uno vive con pasión por lo que hace, vive manteniendo el sentido y la dirección de su vida y es capaz de conseguir retos difíciles pero totalmente realizadores.

Sin duda la pasión lleva a la entrega. La entrega por sí misma implica sacrificio, dificultad, disciplina y pruebas, que a veces se hacen tan grandes y complicadas que pueden hacernos olvidar los motivos por los que en un principio, habíamos dicho sí.

El amor es una de esas cosas que arrancan del ser humano la capacidad de estar dispuesto a dar lo mejor.

Dar la vida, puede sonar extremista, pero ¿a caso no conoces a alguien que se ha desvivido por ti? Y además ¿sin esperar nada a cambio? ¿Acaso el amor tiene condiciones?

En esos momentos de sequía, de vivir sin sentido y en una postura en la que me lleva la corriente, en la que prefiero subir las cuestas de mi vida en un cómodo ascensor, la respuesta es: Recupera la ilusión. Recuerda por qué es tu pasión.. Por algún motivo, tú naciste para ello.

Echo mucho en falta en nosotros  el sentido de la responsabilidad con el otro, el compromiso, la implicación… el dar la vida como lo hicieron nuestros padres, nuestros abuelos. Claro que existen las etapas, y que cada edad tiene su tiempo para darse cuenta de las cosas. Pero una vez uno es consciente, no hay excusa para no dar la vida en lo poco o mucho que uno tiene. No podemos permitirnos el lujo de quedarnos en la teoría y que  nuestra ética se sustente en frases bonitas, sin al menos dar el paso de intentar vivirlo.

Seguro que no llegaremos a todo, y a veces incluso se nos pasará lo más importante, y quizás descuidemos lo que tenemos más cerca, y lo que más queremos. Pero es un camino que al menos debe partir de una decisión firme, y que no juzga lo que se hace bien, sino que trabaja poco a poco por ir mejorando lo que se hace mal .

Aquí es donde viene la integridad, que nos ayuda a no movernos según la dirección del viento que sople en ese momento. Lo que nos ayuda a reafirmarnos en quienes somos, y a ser personas seguras, o al menos auténticas.

Es un gran peligro no llegar a encontrar nunca quién eres, pero es un peligro aun mayor, haberte descubierto y matarte a ti mismo.

La integridad es un ancla que permite fijar nuestra vida, pese a las mareas que vengan, a las dificultades y a las modas o apetencias.

Pero esto no hay por qué verlo desde una perspectiva exclusiva, arcaica y aislada, sino que debe ir en contacto con la vida y con los demás. Pienso que es una firmeza que permite  enriquecerse, cambiar y evolucionar, sin cambiar el núcleo, sin dañar la esencia.

Por último hay una revolución mucho más necesaria que la de la polémica, el enfrentamiento, el salseo o la lucha de ideologías. Es la alegría.

Resulta apabullante la cantidad de personas que se sienten solo tristes, y lo que es más sorprendente: la cantidad de jóvenes con depresión, ansiedad, inseguridades, miedos, desilusión, indiferencia…

Y quizás ¿no puede tener algo que ver, solo algo, con todo esto anterior que hemos perdido?

 Hay una secuencia evidente:

La ilusión crea un deseo. El deseo crea una oportunidad.

La pasión hace que se emprenda ese camino y te recuerda siempre el por qué. La integridad ayuda a mantenerlo.

El compromiso y la responsabilidad te unen con los otros, hacen una comunidad que camina en una misma dirección y te hacen más firme en quién eres.

Y vivir con alegría… tan solo es una consecuencia del amor que encuentras en este camino.

Los errores del pasado, a menudo nos atan, son un lastre que arrastramos y parece que nos quitan el derecho de poder estar alegres y felices.. Sí, el dolor transforma a la gente. Eso ayuda a entender por qué has actuado así todo este tiempo, pero nunca pueden servirte de justificante para continuar en un hoyo. Siempre es el momento para recuperarte, enmendar con nuestra vida lo siguiente que venga y volver a empezar.

Ahora siempre, es a ratos. Ahora, siempre está dejando de existir. Siempre es difícil. Pero siempre, siempre merece la pena.

Por favor, sé el cambio. No el cambio a cualquier precio y por cualquier motivo. Cambia siempre, en la dirección que te conduce a seguir siendo quién eres, y a quién estás llamado a ser.

Se me han perdido estas cosas y las echo de menos… ojalá me ayudes a encontrarlas.

 «He jugado a través del sudor y del dolor, no porque me llamara el desafío, sino porque tú me llamaste».

Kobe B.

Miércoles 19 de febrero de 2020. África Moreno

Dejar ir

Es tan importante aferrarse, como dejar ir.

A veces, queremos tanto el control de todo; de nuestra vida, de la de los demás, de lo que nos pasa… que creamos climas , respuestas, situaciones artificiales y hechas a medida.

Y cuando llega el momento en que la vida es más grande que mis planes, cuando la decisión del otro desmonta mis deseos, cuando ya siento que ni pincho ni corto, ahí, nos sentimos pequeños.

La base de las relaciones es aferrarse a la persona que quieres , para que así ni cualquier viento fuerte, ni las tormentas, se lleven todo lo construido.

Soy participe de luchar, y de luchar hasta el final. Sin medias tintas , con todo lo que tenemos, sea pequeño o grande.

Ser leal a lo que amas, y cuidarlo como si te jugaras el mayor tesoro de tu vida. Porque te lo juegas. Y a esto no le deberíamos poner peros.

Luchar con lo que tienes, significa hacerlo con tus circunstancias , en el proceso en el que vives. A veces das más y a veces menos , pero siempre el máximo de lo que ahora eres capaz de dar.

Y luego hay circunstancias , en las que has luchado todo lo que tenías que luchar y toca  asumir que no tienes, ni debes tener el control del otro. Que somos libres. Preciosamente libres.

Pero asumir que la otra persona, haga uso de su libertad, cuando no quiere lo que queremos, nos hace daño. Porque somos seres que buscamos ansiosamente ser queridos por quienes queremos.

Pero no es malo sentir ese dolor. Y debemos trabajar mucho por entender que deberíamos perder más veces el control, para entonces, gestionar mi vida desde lo que puedo hacer dentro de lo que no soy capaz de controlar.

Y una de esas cosas que se puede hacer, es dejar ir … para un día encontrar paz en el hecho de que supe renunciar a lo que no era mío, aun cuando lo sigues queriendo.

Se que naturalmente lo que deseamos es atrapar, atarse con una cuerda , para evitar mi »soledad» , para espantar lo desconocido. Pero , hay veces que hay que dejar ir a quien no quiere estar. Incluso cuando aun estarías dispuesto a dar más… si la otra persona no quiere recibirlo, el siguiente paso es dejarle ser libre, y ahí también reconocer la oportunidad de reencontrarte a ti mismo.

Tenemos demasiado miedo a sufrir, y la verdad es que el sufrimiento, aunque no nos guste, porque duele, no siempre es malo. A veces lo necesitamos, para ver nuevas versiones de nosotros, para crecer y retarnos a llevar vidas menos mediocres.

Solo hay que enfrentarse. Y si en ese camino tienes miedo, hazlo con miedo.

A contratiempo

A contratiempo

Así soy.  Bailo sola en ascensores que bajan, toco cuerdas partidas en noches estrelladas y cierro los ojos si siento el viento en la cara.

Imagino siempre presentes mejores y viajo a futuros que aún no existen.

Reviento  y reinvento el tiempo por lo que quiero; y más si te quiero.

Me desespero con poco… vivo a contratiempo.

No tengo mucho en esta vida, y así siento que llego a un lugar más libre.

Pero más que tener, consiste en que soy, estoy y pertenezco.

 

Soy lugares, soy miradas, soy golpes, decepciones y frustración. Soy gestos, caricias, palabras, abrazos y personas.

No soy normal, aunque me mueva entre montones.

No soy de nadie y soy de todos. Como un paisaje bonito, un atardecer, o la pizza que sobra para el desayuno.

Lo soy todo sin ser realmente nada.

Busco la tranquilidad desde una vida que es un remolino.

Viajo lejos para aprender que el tesoro está dentro. Que casi nunca la clave es dónde, sino con quién. Y a veces, también conmigo.

 

No llevo bien lo pasajero, y aunque lo he intentado, no va conmigo. Creo que es algo de fábrica. Me frustra lo fugaz, porque me sabe a poco…  ahí hay poca implicación, y la implicación lo es todo. Puede ser bonito, pero lo es más quedarse.

Desconfío de lo fácil, pero creo seriamente en lo sencillo.

He creído que no tenía sueños hasta que pensé por qué cosas me moriría de ganas.

Me gusta volver a empezar, y volver a intentarlo. Creo en las segundas oportunidades, porque  yo misma necesité más de una. Y gracias a eso crecí y soy un poco mejor de lo que era.

Creo realistamente que puede ser posible. Creo en ese 0.1%, el cual tiene mucha parte de ilusión, pero sin duda se fundamenta en una posibilidad tan pequeña como real.

El resto es constancia, de la cuál carezco. Pero siempre queda el buen humor.

Para muchos pierdo más de lo que gano, pero es que aquí ganar no es obtener. Ganar es amarlo incluso cuando duele perderlo.

Yo he perdido trenes que quería, y he esperado más de lo que sabía.

He montado en vagones equivocados y he llegado  a lugares que no conocía. Gracias a eso soy más rica y menos tonta por creer que siempre tenemos que tener lo que nos apetece.

He visto mi alma vaciarse y he llorado por sentirme perdida en muchas noches sin estrellas.

He hecho temblar ciudades con mi rabia,  y al instante de tenerte en frente, he sido un globo al deshincharse. Me derrumba lo humano. Mi debilidad es la profundidad. Los ojos y hacia dónde miran. Sin dobles caras, sin dobles intenciones. La verdad. Lo sincero.

 

La vida es más que hoy. Sé que sola puedo llegar lejos, pero siempre en círculos.

Y lo normal  de esto es sentirse atrapado, enredado por tus propias decisiones…en un bucle de conformidad y agua turbia.

Sin duda la opción más atractiva suele ser la más fácil. Pero  ahí siempre va a faltar algo.

Creo que tenemos un instinto que nos hace sentir incomodos ante las situaciones que no nos van a hacer felices. Y es esa misma corazonada, la que te da un pequeño respiro de paz, de tranquilidad, en esos otros momentos que sí sintonizan con algo más profundo, más… sencillo.  Sin entresijos, sin cosas raras. Solo naturalidad y querer estar ahí en ese instante.  Es bueno seguir ese instinto.

 

En todo esto, entiendo que todos vivimos como podemos y como sabemos. Y que las cosas vienen como vienen y como las buscamos, pero sea como fuere, se vuelven complicadas.

Entiendo que fallamos, porque seguimos aprendiendo.

Entiendo que pocos me busquen, porque aún ni yo me he encontrado.

Ahora intento menos ser perfecta… y más ser yo.

La verdad es que eso relaja bastante, baja una marcha.

Estoy en camino. Quizás no en la mejor etapa, pero sí en la mejor dirección. En la dirección que elijo. En la dirección que quiero.

La claridad a veces viene en un camino entrecortado. Y a contratiempo.

 

 

Á. M. 

 

 

 

 

Amores exigentes

Amores exigentes

Hoy, ha sonado en mi lista de reproducción Your Beautiful de James Blunt. Es un tema, que siempre me ha gustado en especial, pero esta vez por alguna razón me he entretenido más en su mensaje.

Muchos nos hemos preguntado qué hay que buscar en las personas.

De hecho, muchas frustraciones y discusiones vienen porque no recibimos lo que esperamos, o nuestras expectativas son muy altas.

Siempre he buscado un poco más. Nunca ha sido suficiente.

Es como si tuviera la confianza de saber reconocer cuándo algo realmente me llena.

Desde luego, para mí es casi impensable que pueda aparecer una persona indicada en ciertos ambientes, entre alcohol, excesos, noches con según qué tipo de fiestas, o contextos que atentan un poco contra mis prioridades y pretender que de ahí surja algo. Tampoco he solido confiar en lo fácil, ni me preocupa estar sola si eso implica no estar con la persona equivocada.

Creo que esto también le ocurre a más gente, y a veces no resulta tan fácil de gestionar; porque ser exigente en parte está bien , pero en parte no.

El caso es que en las relaciones humanas no se debería aspirar a un catálogo de requisitos. Ni tampoco el objetivo es sentir un hormigueo o un sentimiento inestable.

A veces, encontramos a alguien con un curriculum perfecto, pero no nos crea una conexión. También pasa al contrario: subidón de adrenalina y mariposas edulcoradas, pero que en el fondo no van más allá. Incluso ocurre que la persona a la que sacas todo tipo de pegas, sin quererlo, ni saber por qué, pasa a estar en un escenario algo adictivo de curiosidad e intriga. Así podríamos elaborar una larga lista de tipos de intereses correspondidos y no correspondidos.

Pero lo cierto es que aunque sí es bueno buscar en el otro una serie de principios, valores y características compatibles, a veces nos obcecamos en encontrar a la persona perfecta, cuando lo realista es que;

Primero: nadie es perfecto, ni siquiera uno mismo

Y segundo: el enamoramiento es bastante impredecible.

Aquí es donde pienso que la clave es que el amor no es una conveniencia.

En general siempre hablamos mucho sobre : “ Es que no es lo que busco” o “a esta persona le vendría genial estar con esta otra” “No entiendo cómo puede estar con él” “Este tiene esto esto y esto, pero es que el otro tiene esto y lo otro”

Y es que no se trata de con quién sacas más beneficio, de quién te aporta más, quién tiene más cualidades, quién es más adecuado,  quién es más tu prototipo, o con quién pegas más. A veces descartamos a personas porque directamente la lista de contras es mayor que la de pros.

Inconscientemente hacemos de todo una competición, nos vemos como una especie de premio que otros tienen que alcanzar. Y esto pasa tanto en las parejas, como en la gente que está buscandola.

En primer lugar, tenemos que distinguir entre atracción y enamoramiento.

La atracción  es la fuerza que tiene una cosa para hacer que otra se acerque. Y esto es lo más normal, porque lo experimentamos constantemente con personas, con momentos, con cosas… La atracción no es en sí misma ni mala ni buena, diría que es natural. Su juicio depende de decisiones posteriores.

¿Qué es el enamoramiento? “Lo que siente la persona enamorada.” ¿Qué es el enamorado? “El que siente amor.” ¿Qué es el amor? Bueno, el humano lleva siglos intentando plasmarlo en libros, películas, poesía, en canciones, incluso yo misma en alguna entrada pasada de este blog. Las palabras  no llegan a construir una definición que lo abarque en su totalidad, pero todos lo reconocemos cuando vemos a una madre proteger a tu hijo, o a dos ancianos que llevan toda la vida juntos.

La cuestión es que la atracción puede, o no, llevar al enamoramiento. Y en ese sentido uno sí debe saber diferenciarlo, para no creer que andas por ahí enamorándote de todo el mundo; mientras sí es normal encontrar un escaparate muy amplio de atracciones.

En cambio, enamorarte tiene que ver  más con  una inquietud mayor, con una pasión y entrega aumentada por la otra persona.

No te enamoras en particular de una sola característica, no te enamoras en sí de un cuerpo, no te enamoras solo de una forma de actuar, ni siquiera es únicamente del famoso interior. Porque al final, nuestra esencia está repartida por cada sección de uno mismo.

Hay interiores muy dañados que son amados, hay físicos socialmente poco idealizados, que son queridos y deseados, hay momentos realmente duros que son compartidos.  ¿Por qué? Porque no son casos independientes, aislados y desconocidos. Sino que al contrario, pertenecen a esa persona que quieres; y en absoluto tendrían sentido si los viéramos por separado; Porque la belleza es algo trascendental.

Es decir, si me enamoro de ti, no puedo separarte de tu cuerpo, ni de tu risa, ni de tu forma de ser, de tus dones, tus problemas, debilidades, o  defectos. Me enamoro de TI, de quién eres.

Así si tu cuerpo cambia, si varían tus capacidades, fallas en tus comportamientos, el amor no se esfuma. Porque en todo caso  y circunstancia sigues siendo tú.

Cuántas veces se oye, “ es que has dejado de ser la persona de la que me enamoré” ¿Realmente te enamoraste de quién era? Es común en esta sociedad líquida, navegar por la superficie de las personas, de los momentos, de las palabras… y considerar por una estúpida razón que el otro tiene que ser perfecto.

Y  aquí es donde se entiende, que ¡ni siquiera te enamoras para ser más feliz!, simplemente va ocurriendo.

Cuando James Blunt canta a esta chica “You’re beautiful, you’re beautiful
You’re beautiful, it’s true” no lo interpreto como una belleza tan solo corporal.

“I saw your face in a crowded place” Sino que mientras que en ese metro abarrotado o ese día, se cruza con otras muchas mujeres guapas, realmente solo se llega a «encontrar» con una.

De todas las posibles lecturas, el contenido con el que me quedo, es que la belleza es algo residente en cada uno, de manera totalmente diferente, pero no aislada… porque es capaz de encontrarse con otros.

@Jmolaizola : “Todo el mundo te busca. Solo que no todos se dan cuenta”

Existe un momento X , que se junta con una circunstancia Y , donde dos personas coinciden, y se van enamorando, porque en un sentido profundo, han llegado a descubrirse.

Siempre he creído que la amistad, los compromisos, el amor… son exigentes, porque aspiran a más y no son conformistas en la connotación negativa. Que uno no se tiene que conformar con lo primero que pasa, y que sí está bien tener un filtro en la vida basado en tus valores, gustos, principios… no consiste en aceptar ciegamente todo, ni ser volátil o pensar que todo vale.

Pero también tengo claro, que saber lo que quieres, no te da el derecho de exigir a los demás ser como tú quieres que sean. Y que a veces sencillamente tus meticulosos planes se pueden derrumbar, si existe una fuerza mayor, que hace que lo más importante dejes de ser tú, para que empiece a ser otra persona.

 

Todo un cielo en tu mirada

Todo un cielo en tu mirada

Qué difícil ha sido encontrarte en

toda búsqueda.

Paciente y con el alma dormida te he esperado.

 

Pero tú,

apareces y desapareces a favor de tus destinos.

No dependes del tiempo, ni de la esperanza.

Te riges por los azares de la vida,

y si vuelves

no es por mis motivos.

 

Cuando espero encontrarte,

miro vacía

al vacío.

Y cuando deshago las horas de cualquier día,

cruzas  la puerta

y ella vibra conmigo al abismar tu llegada.

 

Como ciervo que en cautela se acerca por verme,

etéreo,

cuidadoso me mira prendado.

En un cencido y verde valle que nace en un sueño

regresas maravillado a cada hora.

 

Podría atravesar cada escenario que en ti recuerdo,

y días sin término

llegarían a revivir mis ojos.

 

Privado corazón que es solo tuyo,

llama, que aquí estoy.

Se me cruzan los amores,

se retuerce mi ataraxia.

Retornan los reyes del pasado ,

mas tu amor es el primero.

 

Abrazo que en unos segundos,

de tan fuerte,

se hace eterno.

En el trayecto del mirar

de aquella despedida,

más allá de nuestros ojos,

vientos fuertes traspasaban mi pecho,

bailaban las hogueras,

cantaban por mis oídos los ríos de tu voz.

Y mi vida te propone un intento,

Y tu vida se lamenta por dejarme pasar.

 

 

Puro deseo escondido.

La verdad nos acompaña,

Rara, inalcanzable, silenciosa, medio oculta.

Indescifrable para tantos otros,

para nosotros tan clara.

 

 

Éxtasis de círculos armónicos

en este transitado bagaje del recuerdo,

tu música vuelve a mi guitarra

y tus silencios a mis pausas.

 

 

En una ligera intuición de lo que es el amor,

besas mis anillos

y yo te doy todo lo que tengo.

Inventas días

con solo un segundo.

Espectáculo de estar  junto a tu hombro

nerviosa y tranquila,

en un acorde sostenido de tu piano

despegan mariposas .

 

Ahora

tiembla cada ciudad

por la que pasas al marcharte,

Se levantan los océanos,

lloran las estrellas que entendieron mi deseo.

Y otra vez desapareces.

 

Afán de mis designios

raíz de mis caudales,

amarga realidad,

alegre despedida.

 

Porque de tal sueño me despierto en tu partida,

que necio sería no agradecer cada instante a tu lado.

 

Tan precioso vino

cuya lágrima desliza en esta copa,

que contigo,

mayor fortunio alcanzable no existió.

 

Vuela sueño mío,

vuelve en primavera.

Vela su regreso.

Riega sus posibles,

espera sus mañanas.

Desciende de tu locura,

busca sin cansarte,

pero haz real este amor.

África Moreno

Tiempo de silencio

Tiempo de silencio

Qué necesario es el silencio, qué necesario  es silenciarse para escuchar.

Porque hay demasiado ruido. En todo. El ruido agarra nuestra vida y la desordena.

El ruido enreda nuestros pensamientos, nuestros sentimientos. Nos confunde, y nos hace ser personas poco decididas y certeras.

Entonces, llega un momento en el que nos paramos, y caemos en la cuenta de que caminamos perdidos. No sabemos hacia dónde vamos, ni por qué vamos.

Nada nos llena, nada nos es suficiente, nada de este mundo basta.

Hay algo en “lo más íntimo de mi más íntima intimidad” que vive dando vueltas sobre sí, creando nudos y enredos que nos aturden.

Casi vivimos por vivir y actuamos por actuar. ¿Dónde están puestos mi deseos? ¿Dónde están puestas mis preocupaciones? ¿Dónde está la profundidad de mi vida?

Y hay que ver lo que asusta el silencio… Lo que asusta entrar en uno mismo para empezar a ordenar.

Da miedo pararse en un mundo que te pide ir al ritmo de la velocidad de la luz. Da miedo porque temes que arrasen contigo. Uno se acostumbra  a ir deprisa, o simplemente a ir a los sitios, sin parar a paladear cómo estoy yendo.

Cuando ya he aprendido a ir al compás, cuando he parcheado mi vida, he contrachapado provisionalmente esas ventanas rotas, cuando ya he creado otro de esos escudos que, se supone, me “protegen” , se me pide que pase un desierto de silencio. Y toca revolver otra vez el corazón.

¿Revolver el corazón? ¡Pero si ya había aprendido a tapar las cosas que me hacen sufrir!

 Pues bien, hay veces que uno tiene que hacer cosas que parecen innecesarias, para dejarse sorprender.

Hay mucha paja, mucha maleza en nuestra cabeza, y en nuestro interior, que se come todo lo que pilla,  y no hace más que entorpecer esa vegetación viva, que sí nos permite respirar.

Así nos pasa, discutimos, nos frustramos, nos sentimos decepcionados, todo es enrevesado, complejo. Lo que es pequeño, se magnifica y llega la preocupación y desesperanza.

Entiendo que tú, que lees este texto, también, como yo, tienes heridas, adversidades y entresijos en tu interior que no entiendes, que no ubicas, o sí; pero que frenan algo tuyo  tan dentro, que te hace vivir estancado en un estado personal falto de esencia.

Por eso:  “Hay que tomar el pulso a lo que tengo dentro”

Este fin de semana, pensábamos en esta sociedad de los éxitos y premios socio-laborales, socio-educacionales. De lo demandadas que están las personas de 10: “De inteligencia 10 , de cuerpo 10”  

Al salir un rato de esa carrera, sobreviene un momento en el que intuyes que algo va mejor, porque estás en silencio, y tu alma está tranquila.   

Y no es porque te sientes realizado y orgulloso,  ni meritoso , ni reconocido. No es porque los demás te valoran, o te admiran.  No es por tus logros, ni por el producto de tus estudios, tu trabajo , o tus  sin que haceres. Nadie te ama por lo que fabricas, ni por lo que consigues. Eres amado por quién eres.

Por lo tanto, la auténtica razón de esa armonía, es que: has sufrido, has vivido la tempestad, y en una medio calma posterior,  te entiendes perdonado  y sobre todo, sobre todo,  te entiendes amado.

La miseria y la plenitud del ser humano, reside en el mismo factor; y es cuánto Amor hay dentro de ti.

Los problemas no se van, ni caen las respuestas y las soluciones del cielo.

Pero hay algo muy importante que sí trae el silencio. Y es la conexión.

Tenemos que aprender a desconectar , para conectar.

Es como si tras un tiempo determinado de ausencia, alguien empezara a desenredar. Va desconectando los cables que no son compatibles, para unir los correctos. Y la lucecita esa de uno mismo, de repente está en “On.

“Mírame que estoy a la puerta y llamo”

Me ha parecido bonito que el silencio  merece la pena ser interrumpido si es por la música; y para dar gracias, para pedir perdón y  para pedir ayuda. Ergo, también para aceptar la gratitud, para perdonar y para dar consuelo.

Realmente, todo es mucho más sencillo, cuando vamos a la sencillez. Esa complejidad del Amor, irónicamente, es tremendamente sencilla.

“A menudo descuidamos las cosas pequeñas” S.M. Teresa de Calcuta

Tú estás ahí sentado en ese banco, como si nada, y como siempre; pero en tu respirar no oyes nada más que el silencio. Mas es un silencio que ya no asusta, ni agobia, ni angustia.

Es un silencio que acompaña.

Un silencio que acompaña… y qué bonito es.  Un silencio que consigue calmar tu llanto, y tus miedos.  Es un arder diferente. Es un arder que no quema, ni inunda el alma; pero si calienta. Quizás no es ese arder efusivo que a veces deseamos, esa combustión que mi alma pide. Es un arder en otro estadio, o en otra distancia.

Es un pequeño salto espiritual, donde eres y estás, hoy aquí. Con tu vida, con tus limitaciones, con tus llagas, con tus ilusiones, con tus circunstancias.  Pero sobre todo, estás.

Qué tranquilo mirar. Qué bonito trasfondo.  Qué lugar tan seguro ha resultado ser el mismo silencio que dos días antes aterraba.

Qué precioso resulta ser el consuelo de un corazón cansado de éste mundo.

 

El amor que edifica

El amor que edifica

Ayer, tuve la suerte de formar parte de la celebración de un nuevo matrimonio, supe lo que es acompañar, y sentirme acompañada, en un camino de comunidad y servicio.

Y digo formar parte, porque creo firmemente que somos acompañantes los unos de los otros, y lo que es de uno, o de dos, cuando se vive en común, pasa a ser de todos. ¿Qué bonita implicación no? Lo mío es tuyo, y lo tuyo es mío.

Y lo cierto, es que con Rober y Marta , entiendo mucho mejor lo que es el amor.

Rober y yo, unos días antes de su boda, estuvimos hablando detenidamente en un bar. Y esa noche, él me preguntaba: Afri, ¿cúal sería para ti la base en una relación de pareja? ¿qué la sostendría? A lo que yo, respondí, una lista de aspectos básicos: el amor, el respeto, la confianza, la transparencia… y él me dijo : vale, pero hay algo que está de fondo, y de base.

Y entonces, me habló de la libertad. La libertad, de todos los días, escoger a esa persona, de una manera constante y decidida. Haya monotonía, tempestades, calma, o subidones.

Y de eso vengo a hablar hoy, de lo que se me llena el corazón, al saber que dos personas, deciden hacer una entrega definitiva, por amor.

El amor, nace de la libertad de poder hacer lo que te dé la gana, y aun así escoger como prioridad al otro. Y eso, es realmente precioso. Más aun , teniendo en cuenta, que estamos en un mundo volátil, en un mundo líquido, de relaciones que se escapan, duran lo que duren, y no importa. Vivimos en un mundo lleno de jóvenes, que no saben lo que quieren, que no saben lo que buscan. Como decían ayer, si se quiere buscar algo, se pone en Google, y se “encuentra» al instante.

¿Cuánta gente se conforma con una noche, o con una relación que según la empiezas, sabes que no va a ir a ningún lado? Y a veces, nos llaman antiguos, por querer un amor que edifique, por querer algo que no sea de una noche, o de un rato.

Nos llaman antiguos por querer que una relación tenga un sentido, con y en la otra persona. Bendita antigüedad.

Y cuando a tu cabeza, empiezan a venir los celos, los agobios, los entresijos, las cosas que se alejan de una tranquilidad del corazón, aparta de ti lo antes posible esos pensamientos, diciéndote a ti mismo, que eso no es amor. Son intereses personales, que vienen de un egoísmo dependiente. Hay que trabajar la humildad para asumir esto. Porque el amor no es celoso, no se engríe, va más allá de uno mismo, y todos aspiramos de una manera u otra a esto, a amar y sentirnos amados.Sentirse querido es la mejor cura para cualquier corazón.

Por eso el mundo de las relaciones, a veces, parece tan complejo, porque no nos atrevemos a entregarnos. No nos atrevemos a dejar parte de nuestra vida en manos de otra persona, y que tenga el poder de hacer con eso lo que quiera.

Muchas personas, y relaciones de hoy, no están preparadas para asumir lo que implica el amor. Parece que el compromiso provoca una especie de revolución , que te impulsa a salir corriendo.

Y al final, entiendo, que uno tiene este tipo de conductas, casi mecánicas, con el fin de que no nos hagan daño, de no implicarnos, de no empaparnos con la otra persona. Ese escudo, es engañoso; como tantos otros, te hace pensar que te protege, pero realmente te destruye desde dentro.

Y claro que el amor duele, y sufres, pero es un dolor, que mueve tu corazón. Es el tipo de dolor que nace cuando algo te importa. Y si miras las cosas, y a las personas, con la generosidad que el cariño conlleva, todo cambia.

Si alguno os habéis preguntado alguna vez, como yo lo he hecho, qué tengo que hacer para discernir si esa persona es o no, la adecuada: simplemente vive ese comienzo con tranquilidad.

Conoce a quien tienes delante. El amor no es una aventura que te tenga que asustar, es un camino que dos personas tienen que ir descubriendo. Y si resulta que no era, no pasa nada. Estás hecho para algo, y para hacerlo con alguien. Llegará cuando tenga que llegar , pero es difícil darse cuenta si estás distraído con relaciones fugaces.

Para aquellos que piensan que todo empieza con una simple atracción física, yo les digo, que no se puede reducir todo a una apariencia. No por aquello típico de que lo importante está en el interior, sino porque lo importante eres tú, en tu conjunto. No puedes separarte de tu cuerpo, ni de tu alma. Todo de ti , te hace ser quien eres. Y lo proyectas , porque estas vivo. ¡Tu cuerpo no es un envoltorio, es un templo!

Y yo un día, me puedo fijar en alguien y que revolucione mis sentidos. Pero no basta. Porque el querer amar, implica también un querer conocer a la persona que tienes delante. No un estoy contigo , y mañana no me acuerdo de ti. Sí, todo comienza por un “me llamas la atención”, pero me llama la atención tu conjunto. Es una atracción de vidas.

Hoy alguien decía: “Qué bonito cuando buscas algo, y ese algo ya te estaba buscando a ti. Necesitamos un nuevo éxodo en nuestra vida.”

Y qué cierto es. Necesitamos que todos los días sean un comienzo, necesitamos buscarnos. Necesitamos enamorarnos. De la vida , de las personas , de los momentos. Nos necesitamos. Por eso el amor completa, enriquece y edifica. Alguien que te mire y quiera encontrarte cada día.

¿Quién no quiere eso en su vida?